EVITAR RABIETAS POR CAPRICHOS. Cómo actuar cuando nos piden que compremos algo que no necesitan

Una dificultad que encuentran las personas adultas a la hora de educar es establecer una diferencia entre lo que el niño o niña necesita realmente y lo que supone un capricho. Es habitual que ante una negativa por nuestra parte, tengan una reacción de rabieta, de descontrol emocional. Es una reacción normal entre los dos y los cinco años. Es su forma de expresar su descontento con la negativa, ya que aún no conocen otras formas de regularse a nivel emocional. Sin embargo, hay veces que estas rabietas se prolongan en el tiempo y suelen convertirse en un motivo de consulta en eMe Psicología.

Una situación típica es cuando piden que les compremos algo y no nos parece adecuado hacerlo. En ocasiones, con tal de evitar la rabieta, le damos el capricho, pero en el fondo, tenemos la sensación de que no estamos actuando bien. Estamos impidiendo una reacción emocional intensa en los niños, pero por el contrario estamos concediendo caprichos, y sabemos que en el futuro esto nos puede traer consecuencias negativas. En el sentido de esta criando niños y niñas caprichosos.rabieta

La base de esto es que los niños y niñas aún no saben diferenciar lo que es un deseo de lo que es una necesidad. Esto no es más que un reflejo de la sociedad, ya que, tal y como señalan Rafael Guerrero y Olga Barroso en su libro “El desarrollo emocional de tu hijo”: “el ser humano tiene gran facilidad para convertir deseos en necesidades”. De hecho son habituales en nosotros y nosotras manifestaciones como las siguientes: “necesito un teléfono nuevo”, “necesito un coche más grande”… Cuando en realidad sabemos que son caprichos.

Diferenciar necesidades y deseos

Por ello es muy importante saber diferenciar entre necesidad y deseo. Necesidad es todo aquello que es imprescindible para la supervivencia y para una correcta salud mental. Una pregunta que nos plantean los autores arriba mencionados es ¿qué nos llevaríamos a una isla desierta? Responder a esta pregunta nos llevaría a descubrir y reflexionar acerca de cuáles son realmente nuestras necesidades.

Por otro lado, un deseo es algo no imprescindible para la supervivencia pero que sí mejora nuestra calidad de vida. Es decir, es lo que conocemos como un “lujo” o capricho, un bolso nuevo, unas chuches, otro muñeco más…

Necesidades básicas

Siguiendo a Jorge Barudy y Mayorie Dantagnan, se pueden diferenciar cuatro grupos de necesidades básicas:

  • Necesidades fisiológicas. Serían la alimentación, el sueño, la temperatura, la hidratación, procurar una adecuada salud física… Las conocemos también como necesidades asistenciales.
  • Necesidades afectivas o emocionales. Los niños y niñas necesitan que sus figuras de apego les ayuden a regular sus emociones, ya que ellos y ellas, debido a su nivel de desarrollo aún no tienen la capacidad suficiente para hacerlo por sí mismos.
  • Necesidades cognitivas. Los niños y niñas son curiosos por naturaleza, necesitan aprender, conocer y comprender el mundo que les rodea. Tienen la necesidad de explorar el entorno y las figuras de apego deben actuar como facilitadoras de dicha exploración.
  • Necesidades sociales. Los seres humanos tienen necesidad de relacionarse con los demás. Esta necesidad tiene como objetivo conseguir protección, y con ello aumentar las probabilidades de supervivencia.

Es imprescindible que todas las personas adultas que rodean a los niños y niñas y, en particular, sus figuras de apego, satisfagan estos cuatro grupos de necesidades básicas para una adecuada salud tanto física como mental de la infancia. Priorizando la relación que establecemos con ellos.

Un cuento

caprichoRafael Guerrero y Olga Barroso proponen un cuento precioso llamado “Corazones pequeños” para transmitir a los niños esta diferencia, más concretamente, para ser utilizado cuando hacen alguna petición que consideramos un capricho y no estamos dispuestos o dispuestas a cubrir. A través de este cuento nos proponen trasladarle a los niños y niñas la idea de que tener muchas cosas y conseguir siempre aquellos objetos que se nos antojan hace que nuestro corazón se vuelva cada vez más pequeño. Con cada cosa (no necesaria) que conseguimos el corazón se nos hace más pequeño. Y tener el corazón pequeño hace que no seamos capaces de apreciar lo que ya tenemos y tampoco nos deja ser felices. Así, nos convertimos en personas que están siempre tristes, que no sonríen, que no juegan… porque siempre estamos pendientes de aquello que queremos conseguir.

Si explicamos esto a los niños y niñas antes de que se produzca la rabieta es muy probable que consigamos evitarla. Ya que les estamos proporcionando una razón que ellos pueden comprender de por qué no les vamos a comprar aquello que están pidiendo. Ningún niño quiere tener el corazón pequeño y sentirse triste.

Espero que esta reflexión os ayude, ya no solo en la educación de vuestros peques, sino también como personas adultas, para saber diferenciar aquello que es una necesidad de lo que es un deseo y considerar cada cosa como lo que es.

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