MI HIJO ME DESAFÍA. COMPORTAMIENTO DESAFIANTE
“Mi hijo me desafía”, “mi hija me reta”, son frases que se escuchan a menudo en el gabinete. Un motivo de consulta habitual en un centro de Psicología infantil y juvenil es precisamente el comportamiento desafiante. Constituye un porcentaje importante de los casos que tratamos en eMe Psicología. Por ello, esta semana queremos ofreceros pautas generales para hacer frente a esos desafíos. No obstante, es posible que estas pautas no sean suficientes. Así que, os recomendamos que contactéis con profesionales de la Psicología infantil para conseguir una intervención especializada.
Ya seamos padres, madres o adultos que trabajamos con niños y niñas es preciso reconocer nuestra importante labor e influencia en su conducta y en su actitud. Eso no significa que la actitud desafiante o retadora del niño o la niña sea debida a nosotros. Pero sí es cierto que nosotros podemos influir en su modificación. ¿Cómo?
Cuida la forma en que te diriges a él o ella
En primer lugar, deberíamos cuidar la forma en la que emitimos las órdenes o imponemos las normas. Cuando lo hagamos debemos ser claros/as y concisos/as. Y sobre todo, algo importante, debemos comprobar que el niño o niña nos está escuchando y atendiendo. No menos importante es dar esas órdenes de una en una. Intentando que el niño o la niña no se vea sobrepasado.
En positivo
Siguiendo con la forma en que nos dirigimos la niño o niña, es importante que lo hagamos siempre que podamos en positivo. Esto significa que le transmitamos qué puede ganar si obedece en lugar de qué perderá. Esto hará más probable que no tenga esa actitud desafiante. No es lo mismo decirle que si recoge su cuarto tendrá más tiempo para ver la tele a amenazarle con no dejarle ver la tele si no recoge su cuarto. ¿Captáis el ejemplo? Os voy a poner un ejemplo que seguro os resulta más cercano. Imaginaos que vuestro sueldo base son 1000€ y vuestro jefe o jefa os dice que tenéis que realizar un trabajo extra por el que recibiréis un incentivo de 200€. Pues bien, ahora poneos en la siguiente situación: tenéis un sueldo base de 1200€ y vuestro jefe o jefa os dice que si nos hacéis el trabajo extra os descontará 200€ de vuestra compensación. ¿A qué no lo recibimos de la misma forma?
Espero que el ejemplo haya sido lo suficientemente claro para entender cómo se puede sentir un niño o niña cuando nosotros le damos una orden, o le imponemos algo. Podemos pensar que es su obligación hacerlo y que no tenemos por qué tener ningún tipo de contemplación. Sin embargo, también es nuestra función cumplir con nuestro trabajo y nuestra actitud, en parte, va en función de cómo nos dicen las cosas.
Facilítale la tarea
Si estamos diciéndole que haga algo que sabemos que le cuesta, vamos a ayudarle, al menos al comienzo. Así facilitaremos que nos obedezca y tendremos la oportunidad de reforzar su conducta. Para fomentarla y que haya más probabilidades de que se repita en un futuro.
En algunas ocasiones podemos establecer el cumplimiento de normas como un juego en el que el ganador o ganadora tiene algún tipo de recompensa. No me refiero a premios materiales sino a privilegios. Por ejemplo, quien ponga la mesa elige qué tomará de postre entre diferentes opciones que le proponemos. Si no lo hace, es obvio que el postre lo elegiremos nosotros y será algo que no sea su postre favorito.
Ten en cuenta el lenguaje no verbal
Es importante también tener en cuenta nuestra actitud y lenguaje no verbal a la hora de emitir una norma. En muchas ocasiones, ya con nuestra expresión o nuestro tono de voz estamos transmitiéndole al niño/a que no confiamos en que cumpla lo que nosotros le decimos. Así que, es fundamental que mantengamos la calma, hablemos de forma tranquila y pausada. Siendo firmes pero, a la vez, cariñosos y afectivos.
No entres en discusiones interminables
Cuando demos una orden o impongamos una norma debemos dar la razón por la cual lo hacemos, pero no debemos entrar a discutir con el niño o niña cuando replica una y otra vez su cumplimiento. Debemos dar respuestas sencillas y claras y en una sola ocasión, siempre y cuando sepamos que ha entendido nuestras razones. Contestando a sus protestas tan solo estaremos alimentando esta actitud en él, estaremos reforzando con atención una conducta que queremos eliminar. Y por lo tanto, estaremos fomentando que siga haciéndolo.
Refuerza su conductas positivas
Al mismo tiempo debemos reforzar con atención y muestras de afecto las conductas positivas. Muchos padres y madres me dicen que éstas no existen. Pero siempre les digo que no es así, lo que pasa es que tienen el foco puesto en lo que el niño o la niña hace mal. Algo normal, dado que están cansados de su comportamiento, y seguramente llevan tiempo intentando de mil maneras posibles ponerle remedio. Es importante también fomentar en él o ella una autoestima positiva, para ello debemos recordarle sus aspectos positivos y todo aquello que se le da bien.
Ten presente que su intención no es fastidiar
Es fundamental tener presente que si un niño o niña desafía o tiene un comportamiento desafiante no es porque quiera fastidiarnos, si no más bien porque no conoce otra forma de acercarse a nosotros, de interaccionar. No es su intención principal la de crear un clima familiar negativo si no la de recibir atención. Y no se cree capaz de conseguir esa atención de una forma positiva, por lo que recurre a conductas desafiantes. Cuando los adultos entendemos que este tipo de conductas responden más a una incapacidad o desconocimiento por parte del niño o la niña, nuestra actitud es más positiva. Y propicia que seamos capaces de gestionar la situación conflictiva de una forma más positiva.
Aquí también podríamos aplicar el método EPA para resolver conflictos. Si no sabes de lo que te hablo pincha aquí.
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